Los Puentes de Madison: El amor no tiene edad

Hace ya unos años estuve hablando con una íntima amiga mía y hablando de cine me comentó que hacía poco había visto una película de Clint Eastwood que le entusiasmó mucho. La película en cuestión es  la que a continuación voy a comentar, “Los Puentes de Madison”. Casualmente un día la encontré en un videoclub, estaba de oferta y decidí comprársela. Tuve esa cinta en mi casa y no me decidí a verla no sé por qué, seguramente la razón fue que tenía estereotipado a Clint Eastwood como un hombre duro, incapaz de afrontar un papel de este tipo. Al día siguiente, le regalé a mi amiga esta película y la recibió con un gran entusiasmo. Pensé que sería de esas típicas películas que entusiasman a las mujeres sobre historias de amor y de ahí su alegría por habérsela regalado.


Anteriormente a “Los Puentes de Madison”, Eastwood dirigido películas tan dispares como “Bronco Billy” o “Licencia para matar”, junto con otras muy notables como “El jinete pálido”, “Cazador blanco, corazón negro” o sobretodo “Sin perdón”, película por la que ganó el Oscar a la Mejor Película y también como Mejor Director. Dos años antes del rodaje de “Los Puentes de Madison”, nos ofreció la interesante “Un mundo perfecto” donde sacaba lo mejor de Kevin Costner, que hacía un papel principal pero antagonista. La cualidad de Eastwood de sacar lo mejor de los actores quedo patente tanto en esta película, “Un mundo perfecto”, como también lo hizo en “Sin perdón” con Morgan Freeman y Gene Hackman, ganado este último un Oscar al Mejor Actor Secundario. Posteriormente, Eastwood demostraría con “Mystic River” y “Million Dollar Baby” que es un grandísimo director. Eastwood ha protagonizado la mayoría de las películas que ha dirigido. En algunas su papel ha sido menor pero siempre destacable. En “Los Puentes de Madison” es protagonista junto con Meryl Streep. Esta actriz es posiblemente la mejor actriz de los últimos 25 años. Sus múltiples nominaciones a los Oscar y sus dos estatuillas por “La decisión de Sophie” y “Kramer contra Kramer” así lo avalan. Al ver “Los Puentes de Madison” no puedes imaginar a otra actriz capaz de absorber toda la carga dramática de esta película como hizo Meryl.

En principio, uno de los obstáculos que podría haber de cara al público para el adecuado funcionamiento de esta película era de presentar este romance de dos personas maduras, de no caer en simplemente ser una historia de infidelidad sin más. Eastwood consigue llevar esta película a un extremo más alto rindiendo culto a la sencillez tanto argumental como de caracteres, proponiendo personajes ordinarios, seres normales que en un momento de su vida encuentran ese amor que siempre han querido pero que ven como irremediablemente se les escapa de las manos. Tratar de estos temas sin caer en tópicos habituales de este tipo de películas resulta difícil pero Eastwood ofrece una manera de demostrar el amor de forma corporal, con gestos que suscitan cariño, con miradas penetrantes que lo dicen todo envuelto todo en una ternura que cautiva al espectador, que nos hace entender los sentimientos de esas dos personas que se sienten una sola, que se complementan nos sentimos implicados emocionalmente en esa relación.

Una de las habilidades del argumento es el diálogo. No resulta empalagoso, creo que en ningún momento se dice “Te quiero” o “Te amo”, es un amor que se demuestra abierto y a veces compresivo. Eastwood y Streep son en el fondo dos personas solitarias.Él es un fotógrafo que viaja por todo el mundo sin echar raíces en ningún sitio y ella es una decepcionada y algo amargada ama de casa que soñó que su vida podría haber sido mejor pero que vive en una rutina en la cual se siente desolada y triste. Su encuentro es casual, poco a poco van formalizando su relación en cuatro días intensos, el erotismo de ella va fluyendo y él se va percatando, no quiere hacerle daño, pero el amor es algo demasiado profundo para no exteriorizarlo y los dos sólo desean que esos cuatro días duren para siempre. La singularidad de esta película es que una vez, que la ves, te quedas sin palabras para describirla. Es tal el halo de buena historia, grandísimos actores y sencillez, que alabarlo resulta difícil porque todo esto te embarga. Claro que, para un espectador que no esté habituado a estas películas puede resultarle algo repelente pero seguro que dentro de su corazón renacen viejas emociones que permanecían guardadas.

“Los Puentes de Madison” puede recordar a esas viejas películas de los años 40-50, aquellas que contaban amores pasionales, en momentos melodramáticas pero “Los Puentes de Madison” se desmarca de todas ellas dándonos una entrañable historia magníficamente contada. Eastwood además no nos da a la pareja protagonista directamente sino que la envuelve en un cuento, como si fuera una referencia obligatoria para todas esas personas que pasan dificultades con su pareja haciéndonos valorar lo que tenemos. Este es tal vez uno de los aspectos más destacados de la película ya que nos da la visión de esa ama de casa (Streep) intentando plasmar su amor en unas líneas para que sus hijos entiendan el por qué de su desesperado amor. Eastwood ofrece momentos gloriosos, con escenas intensas, expresivas y hieráticas, como cuando se planta de pie en la carretera mirándola a ella mientras cae la lluvia o como ella indecisa no sabe si irse con él o quedarse con su marido, de que hubiera pasado si en ese momento baja de la furgoneta. Conseguir esa expresividad sin decir palabras es francamente extraordinario, el mayor logro de la película sin dudas.

Termino añadiendo que quizás muchos en nuestras vidas hemos estado enamorado, no sólo una vez, sino muchas, pero que siempre hay alguien que te marca, que te desespera, sintiendo deseos irrefrenables. “Los Puentes de Madison” es una de las mejores experiencias que veréis en vuestra vida